De Lima a La Paz

Perú y Bolivia son países vecinos de la zona andina que durante largo tiempo han estado afectados por la pobreza, el tráfico de drogas, las tensiones étnicas y las conmociones políticas. Los dos países sufrieron hiperinflación en la década del ochenta; los dos tuvieron presidentes que renunciaron a su cargo en la primera década del 2000. Los dos poseen, además, abundantes riquezas minerales, que representan un enorme potencial económico. Con todo, en los últimos años, cada país ha seguido una trayectoria radicalmente divergente. En pocas palabras: Perú se ha vuelto más como Chile, mientras Bolivia se ha vuelto más como la Venezuela de Chávez.

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En efecto, el clima de negocios en Perú se ha vuelto cada vez más propicio para la inversión privada, mientras el clima de negocios en Bolivia es cada vez más hostil a ese tipo de inversiones. El Perú ha fortalecido los cimientos de su democracia, mientras Bolivia ha tomado el camino de la autocracia populista. En consecuencia, a Perú se lo considera hoy como una estrella en ascenso entre las economías en desarrollo, mientras a Bolivia se la ve como una mini-Venezuela.

En el último Índice de facilidad para hacer negocios, publicado por el Banco Mundial en 2011, Perú ocupa el segundo lugar entre los países de América Latina y el Caribe, detrás solo de Chile, y está en el puesto 41 en la clasificación general. Bolivia, por su parte, ocupa un humilde puesto 153, a la zaga de países dictatoriales como Irán, Tayikistán, Argelia, Gambia y Burkina Faso. Los únicos países de América Latina y el Caribe que ocupan puestos aun más bajos que Bolivia son Suriname, Haití y Venezuela.

Una vez más, es importante recordar que Bolivia tiene la bendición de poseer recursos naturales masivos, incluidas sus enormes reservas de gas natural. Pero la abundancia de recursos no se traduce en condiciones favorables para la inversión. En un estudio publicado en 2012 sobre el riesgo político en 25 de los países mineros más importantes del mundo, la firma de consultores Behre[IA1]  Dolbear clasifica a Bolivia como el segundo país más peligroso para la inversión minera —más peligroso aun que Kazajistán y que un país tan devastado por la guerra como la República Democrática del Congo. Solo Rusia ocupa un lugar mas bajo. Perú, por su parte, es (junto con Ghana) el noveno país más seguro, y su puntaje total es más de dos veces más alto que el de Bolivia y  —vale la pena mencionarlo— 20 por ciento más alto que el de Argentina.

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La excelente calificación del Perú en los estudios de Behre Dolbear y del Banco Mundial puede atribuirse, sobre todo, a las estabilizadoras medidas económicas de libre mercado adoptadas por los presidentes Alejandro Toledo (2001-06) y Alan García (2006-11). Gracias al esfuerzo de estos dos gobernantes, un país al que devastaron la hiperinflación y los persistentes desastres económicos tiene ahora una baja tasa de inflación y un próspero sector bancario. La economía del Perú creció al mismo ritmo que la de la China en 2007 (8,9 por ciento) y 2008 (9,8 por ciento), mantuvo una tasa positiva de crecimiento (0,9 por ciento) durante la crisis financiera global en 2009 y regresó con renovados bríos a una tasa de crecimiento de 8,8 por ciento en 2010.

En enero de 2010, el Christian Science Monitor declaró: “Perú ha madurado políticamente hasta el punto en que los analistas —y los inversores— comienzan a hablar de otro poderoso centro regional que está surgiendo junto al Brasil”. Como señala el periodista Simeon Tegel, radicado en Perú, “Ninguna economía en América Latina o el Caribe creció mas que la del Perú desde 2000 hasta 2011, con un promedio anual de aumento del PIB (Producto Interno Bruto) de alrededor del 5,75 por ciento”. El ritmo de crecimiento del Perú disminuyó a 6,9 por ciento en 2011 y se calcula que llegará a 5,5 por ciento este año —pero, de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, ese es el ritmo más rápido de crecimiento en toda la región.

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El crecimiento económico del Perú no solo ha sido intenso sino que también ha producido grandes beneficios para los pobres, junto con una sensación de que por fin se están resolviendo problemas sociales profundamente arraigados en el país. “En el Perú está ocurriendo algo extraordinario”, escribe el autor mexicano Enrique Krauze, quien nota que la tasa nacional absoluta de pobreza bajó del 53 al 31 por ciento en la última década. “Somos una China en miniatura”, le dijo a Krauze el intelectual peruano Alfredo Barnechea.

El gigante asiático ha sido esencial en el acelerado crecimiento reciente del Perú: China recibe ahora alrededor del 15 por ciento de todas las exportaciones peruanas y es el más grande socio comercial del país. En 2009, China y Perú firmaron un tratado formal de libre comercio (TLC) y la actividad comercial bilateral aumentó un 46 por ciento en los doce meses que siguieron a la entrada en vigencia del tratado. Durante el primer cuarto de 2012, la exportación peruana a China aumentó un 17 por ciento con respecto al mismo período en el año anterior. El comercio con China ha hecho del Perú un país mucho más rico pero también lo ha hecho mucho más vulnerable a una recesión económica en el país asiático. Aun así, el Perú cuenta con bases sólidas y goza de una estabilidad mayor que la tuvo en el pasado.

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No se puede decir lo mismo con respecto a Bolivia, que en el último Índice de competitividad global, publicado por el Foro Económico Mundial, ocupa el puesto 136 (de un total de 142 países y territorios) en términos de eficiencia del mercado de bienes y el puesto 140 en términos de eficiencia del mercado laboral. Bolivia sigue siendo el país más pobre de América del Sur, aunque eso no impidió que el presidente Evo Morales, buen discípulo de Chávez, comprara un avión presidencial que costó 39 millones de dólares y un satélite chino por valor de 300 millones de dólares. Desde 2006, el año en el que Morales asumió el poder, la posición de Bolivia en el Índice de libertad económica, publicado por la Fundación Heritage y el Wall Street Journal, ha caído en picada del puesto 67 al 146. Perú ocupa el puesto 46 en el Índice de 2012, una considerable subida con respecto al puesto 63, que ocupaba en 2006.

Una de las primeras grandes decisiones que tomó Morales en 2006 fue la de nacionalizar la industria del gas natural de Bolivia. Lamentablemente, el resultado era previsible. “Nuestras reservas están cayendo”, declaró al  Financial Times el presidente de la Cámara Boliviana de Hidrocarburos en agosto de 2010. “Esto no se debe a razones geológicas, sino a que no se ha hecho ninguna inversión significativa en los últimos cinco años”. De hecho, a pesar de sus vastos recursos naturales, Bolivia es ahora un importador neto de hidrocarburos.

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Con una población de 10 millones de habitantes, ¿es Bolivia un país mucho más pequeño que el Perú, cuya población es de 29 millones? Ciertamente. Mientras Perú tiene el beneficio de 1500 millas de costa a lo largo del Pacífico, ¿tiene Bolivia la desventaja de ser un país sin salida al mar? Sin duda. Pero la diversa fortuna de cada país es, más que nada, el resultado de la divergente calidad de las medidas políticas formuladas en Lima y en La Paz. Morales ha gobernado con el molde de Chávez. El presidente Ollanta Humala, su contraparte en el Perú, es un antiguo radical que asumió el poder en julio pasado y que hasta ahora ha gobernado como García y Toledo, sus dos predecesores inmediatos, que eran centristas y defensores del libre mercado. Humala se ha dado cuenta de que el modelo de Chávez es camino seguro a la ruina política y económica. Ojalá Morales pudiera tomar en serio esa lección.
El Embajador Jaime Daremblum es un Senior Fellow y director del Centro de Estudios de América Latina en el Hudson Institute.


 [IA1]Este es el nombre de la firma que publicó el estudio, no “Samuel Dolbear”.

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