Israel se reactiva en América Latina

A fines de 2010 y principios del 2011, una larga lista de países de América del Sur reconoció de pronto a Palestina como estado independiente. Esos países incluían grandes poderes regionales (Argentina, Brasil, Chile) y también vecinos suyos más pequeños (Bolivia, Paraguay, Uruguay). La ola de reconocimiento diplomático parecía haber salido de la nada, pero de hecho reflejaba un intenso cabildeo encabezado por el presidente brasileño Lula da Silva, que dejó el cargo el primero de enero de este año.

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El Washington Post observó que los funcionarios palestinos estaban “aprovechando los crecientes lazos económicos con el mundo árabe que actualmente tienen los países de la región y también el afán de esos países por demostrar su independencia frente a los Estados Unidos, el poderoso aliado de Israel”. Los funcionarios palestinos aprovechaban también la negligencia de Israel y de los Estados Unidos. Aunque en sus primeros años de existencia estuvo activamente involucrado en América Latina, de quien recibió un apoyo diplomático crucial, Israel se distanció de la región precisamente en el momento en el que líderes como Lula y el presidente venezolano Hugo Chávez se dedicaban a cultivar una postura pro-palestina. El gobierno de Obama, por su parte, ha tratado a América Latina como algo que no merece atención. Por eso, el inesperado éxito de la campaña diplomática palestina tomó por sorpresa a Washington y a Jerusalén.

Ahora, sin embargo, parece que se ha revertido la tendencia a reconocer al estado palestino, o por lo menos se ha detenido. A principios de este mes, el Jerusalem Post citaba comentarios del vice minstro israelí de relaciones exteriores Danny Ayalón sobre el hecho de que “una mayoría de 35 países de América Latina están en contra de que se reconozca al  estado palestino en las Naciones Unidas en septiembre, o tienen serias dudas”. Ayalón declaró al Post que Israel había “detenido el avance [palestino] en América Latina”.

El reciente viaje de Ayalón a la región es parte de una más amplia campaña israelí para reducir el apoyo global a la proclamación en la ONU de un estado palestino. Mientras Israel urge a los gobiernos extranjeros a que se opongan a ese reconocimiento de Palestina, que prescindiría de negociaciones previas con Israel, los palestinos mismos están completamente divididos entre la facción de Fatah y la de Hamas, que sigue siendo un impenitente grupo terrorista empeñado en la destrucción de Israel. Una reunión “de unidad”, que originalmente se había programado para esta semana en Cairo, debió suspenderse cuando las dos partes no lograron elegir de común acuerdo a un primer ministro. Dadas estas condiciones, la idea de que las Naciones Unidas deba reconocer en septiembre a un estado palestino resulta completamente absurda.

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Más allá de la cuestión palestina, Israel tiene buenas razones para aumentar su actividad diplomática en el Hemisferio Occidental. Los políticos latinoamericanos de izquierda, que han sido tradicionalmente hostiles a los Estados Unidos, pintan ahora a Jerusalén como un títere de Washington. El antisemitismo sigue siendo un fenómeno extendido en América Latina, especialmente en Argentina, que tiene una larga historia de arraigado fascismo. Desafortunadamente, en los últimos años se ha dado un perturbador aumento de la violencia antisemita. “A lo largo de América Latina, líderes judíos afirman que están enfrentándose con un nuevo nivel de antisemitismo”, informó en agosto de 2009 el Christian Science Monitor, observando que las causas de ese repunte se encuentran en la guerra de diciembre de 2008 en Gaza. “De la ciudad de La Paz a la ciudad de Panamá, las expresiones políticas se han vuelto cada vez más despectivas, con graffiti y estandartes en los que se compara a Israel con el nazismo. Ha habido amenazas de bombas en sinagogas de toda la región.”

Debemos notar también que muchos países sudamericanos tienen una numerosa población árabe. Por ejemplo, unos 300.000 ciudadanos palestinos viven en Chile, comparados con sólo 30.000 judíos. Argentina tiene 3 millones y medio de habitantes de origen árabe, pero sólo 182.000 judíos. Brasil tiene un millón y medio de árabes, pero menos de 96.000 judíos. Estas cifras no puede separarse de la ola reciente de reconocimiento del estado palestino.

Finalmente, la teocracia iraní ha expandido considerablemente su presencia estratégica en el Hemisferio Occidental, gracias, sobre todo, a su alianza con Venezuela, pero tambien gracias a su floreciente asociacion con Bolivia, Ecuador y Nicaragua, países gobernados por regímenes populistas de izquierda.(El mes pasado, el ministro de relaciones exteriores ecuatoriano Ricardo Patiño declaró que “Irán es uno de los más importantes aliados estratégicos de Ecuador en el terreno político y económico”, y agregó: “queremos que se pongan en funcionamiento todos nuestros acuerdos y proyectos conjuntos”.) Entre tanto, a cambio de concesiones económicas, el gobierno argentino, según se informa, ha ofrecido suspender las investigaciones de dos atentados terroristas respaldados por Irán que tuvieron lugar en Buenos Aires contra la embajada de Israel, en 1992, y contra el Centro Comunitario Judío AMIA, en 1994. (Los dos ataque dejaron cientos de muertos y heridos.) Las relaciones económicas con América Latina le han servido a Irán para soportar mejor el peso de las sanciones globales destinadas a poner freno a su programa nuclear, que representa un peligro existencial para el estado judío. Además, un informe del ministerio de relaciones exteriores de Israel, obtenido por la agencia Associated Press, indicaba que Venezuela y Bolivia están suministrando uranio a Irán.

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La campaña iraní en America Latina debería dar mayor impulso a los diplomáticos israelíes para que reaviven sus esfuerzon en la región. Israel fue durante demasiado tiempo un participante pasivo en los asuntos del Hemisferio. Afortunadamente, su actitud está cambiando. Y ni un minuto antes de lo que debería.

Jaime Daremblum fue embajador de Costa Rica en los Estados Unidos desde 1998 hasta 2004 y es ahora director del Centro de Estudios de América Latina en el Instituto Hudson.

(Traducido al español por Inés Azar.)

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